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Mostrando entradas de abril, 2017

Pliegos del Condestable

Soneto que dirige la hermosa Carmen de Montilla a su anónimo enamorado, en cuitas de amor quejándose del despecho sufrido. Año 1616. Pues es mi cuerpo ahora carne inerte, solo sombra, la piel acariciada de tu mano que prende por la nada su rastro; la mirada busca verte de nuevo, donde el lecho no confunde la noche herida, fue lejano el vuelo del ave que guardar solía, cielo que aúna su recuerdo mientras se hunde en la noche mi cuerpo con su herida, rescata el dulce llanto, su alta dicha no predice el destino, usurpa vida cruel, lágrima cogiste a mi lamento, vano fue mi dolor, el daño duro, pues todo acaba en un sutil tormento.

A las ruinas del Palacio de Jabalquinto en Baeza

Y el viejo sentado a la puerta en humilde silla de anea, daba la entrada al palacio sin palabras vacías, sin anuncios a los visitantes ausentes, tan solo su mirada hueca de quien crecer ha visto en la piedra el musgo dormido, y a la ruina del tiempo pronunciar el olvido, su nombre condenado de la historia y la fama, el silencio que alberga aquí su ruido insondable de tinta, nadie requiere la ruina o su forma pobre cuando era solo piedra, y el zaguán permite ahora el  ensueño sobre trazos gastados, suave sombra, duerme adentro la luz cerrada en claustro de abrojos, nada y polvo: la heráldica, escudos, escaleras, oh su cielo, las risas, ¿qué se hicieron?, ¿dónde están las hermosas mujeres, sus hombres, la clara belleza anónima, recorriendo estos pasillos? Ropas caídas en noches de alcoba, todo ahora es su miseria y gusano, hueso callado de la traición del tiempo inefable, pues su tiempo abre y guarda el espanto. Donde ayer hubo brillo hoy solo queda su ceniz

Ruinas del ayer. Pliegos del Condestable.

           Ruinas del ayer Amigo, con afán, escucha ahora pues la fama es reflejo de la ruina: palabra regalada no termina de llenar su vacío a cualquier hora. Es  el tedio acosando tu figura, viene la negra mancha que te asombra en un tiempo retorna y nunca nombra lo que tú escondiste sin usura. Pues los discursos que aman en su prisa la máscara, llenaron de su olvido con un dolor ajeno de su risa, nos recuerdan la miseria del mundo: nadie habla de la cicatriz de nadie, nada dicen de su dolor profundo. Soneto en respuesta que escribiera Juan del Cálamo a su amigo Pedro de Contreras con motivo de la fama pasajera, el espejo de las vanidades y las nadas del mundo. Encontrado en los pliegos del Condestable del siglo XVI

Pliegos del Condestable. (1550-1650)

Pliegos del Condestable Soneto asonante  que escribe Baltasar de Saavedra , natural de Baeza, y entierra en el suelo para que nadie lo encuentre, donde confiesa que ha descubierto unas ruinas musulmanas en el Palacio de Villadompardo donde se hospeda como experto zahorí, empero, por mal de amores, no dice al dueño lo que ha visto, por no ser tomado por loco o con mal tino. 1635. Encontrado en fecha reciente en Pliegos del Condestable. Todo el orden inventará su caos cuando el caos engendre su comienzo, aquella plaza, laberinto claro, aquel palacio de azahar cubierto. Y a su piedra la luz así devuelva dulce sombra que a descansar me llama, la rama esconde media luna y llena, su noche abierta de agua pura y palma. Allí reposan los arcos en bóveda, celeste, sombra incólume de estrella, y copia adentro la noche de afuera, recoge afuera todo su silencio, la voz callada para labio inmóvil: será su fallo germen de su cielo.   
Sonetillo El sombrero  como el mar, el mar es quizá sombrero, pero de esto ya no espero hacerme veste, o ya zar de reino, perdido césar, inconcluso pasajero es de nuevo el prisionero del aire o poder amar en tu rostro, pues amada, hábil simiente, la luna en amores de la albada, final abrupto de cuna y deseo de la nada sutil, la doliente duna. J. Fabrellas