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Mostrando entradas de junio, 2016
Ángeles Mora. Ficciones para una autobiografía . Bartleby Editores. Al igual que Luis Cernuda nos ofrece en Ocnos una serie de episodios rescatados del pasado que el poeta reconvierte en poesía, eligiendo para sí aquellos recuerdos que formaron su educación sentimental sobre los cuales reflexiona, pasado el tiempo, y contempla la huella que le han dejado aquellos recuerdos, porque al fin y al cabo, la poesía es el ejercicio de la memoria disfrazada de palabra, reconstruyéndose en material poético, desgajado de la vivencia diaria hasta llegar a componer un objeto completamente diferente a lo recordado, que solo le sirve de base. Este modo de proceder, a pesar de su apariencia simple,  requiere un proceso selectivo de momentos fundamentales en el recorrer cultural y sentimental del poeta que precisa un amplio conocimiento personal para superar la vivencia y que, a la vez, sirva de autocrítica: el tiempo lo desvirtúa todo, emborronándolo con su espuma y haciendo los detalles más gr
22 jun 75 Hoy has firmado otra vez un pacto con tu tiempo, has cumplido calladamente con todo lo que pensaste que nunca harías: levantarte frente al espejo que te cambió sin piedad mientras se ajusta el ojo al tono sucio del día, esos días amplios y soleados del verano en que naciste: el tiempo ha pasado rápido en este tiempo, se ha reído de ti sin palabras y no hay excusas, la vida no ensaya, han caído muchos calendarios; ha florecido la miseria y tus palabras no encuentran solución a ese problema de la vida: ¿o la vida era el poema?, pero no se mezclan, cada uno reina en su región apartada y tu tiempo pasa y no se confunden con el texto, callando míseros lo que intentan ahora decir tus palabras. Sigues sin aprender tu lección y tal vez te quede esperanza para hablar de otros pactos mientras mires a otro lado: felicidades poeta. Ya lo has hecho, has escrito otro poema.
Monstruos de infancia. David Bagel Miré a ese hombre de modo extraño, me recordaba a un monstruo de la infancia, uno de esos monstruos a los que se coge cariño con el tiempo, esos rostros que se van olvidando y el miedo se convierte en ternura, en dulzura: su rostro me parecía tierno. Él, sus ojos airados, sin embargo,  me miraba con pavor, con una especie de angustia, con un miedo real, como si hubiera comprendido al fin la fecha de su muerte.
Palabra que es frontera sílaba inacabada de un silencio de tinta, la sintaxis: sueño de la materia de ser más que un poema ya imposible. Último salto: nada espera donde la palabra vuelve a ser silencio no escrito, roto en el olvido del dolor antiguo, como un aire resuelto a ser llanto extremado de lo que nos florece, como herida acabada en el límite claro de los labios, y aprendes del vacío en el amable óxido de un tiempo ya amarillo, escapando de todos los silencios culpables de tu éxtasis, momentánea tú desapareces, oh génesis  puro, virgen de la palabra, letra de carne viva, muerte de tu voz lenta, el límite une con arena y agua todo lo  nunca dicho; la materia no existe, lo nombrado sin nombre. J. Fabrellas