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Mostrando entradas de mayo, 2016
EL RECREO Oír un timbre ... en el renglón tachado, niños de sombra que se ordenan con calma de ciprés ante las puertas. Guardan su turno para entrar en el silencio de la Historia. Octubre: su navaja de lluvia desbrozando cuerpos en babia, lienzos que la muerte recoge entre tu sien como el naipe marcado del prestidigitador. Tú. Tu resaca de ilustres apellidos cuyas orlas arrasa, en su oleaje blanco, la justicia del tiempo. La carcajada del maestro. A la pizarra, Casanova, Recítanos, desvélanos el alma que pernocta tras esa verde y silenciosa manera de mirarnos: a qué reloj, a qué pecados, a qué función oscura das vida en esas fiebres de insolente ojeador. Velamos la blancura del sueño, su mentira. El dulce porvenir, la santificación de ese fruto que nos llama al bocado tras la íntima culpa, y seguir, continuar devorando el salitre y la gula que resta de la gran bacanal, del supremo reparto al que nacimos sin ot

Soneto

SONETO Es el viento, la brisa, es la sombra, la luz, el aire, el agua, puro o yerto, luna o sol, roca y árbol, el desierto; océano de arena, apenas nombra el lazo cómplice sin tiempo, claro ante el agua y la duda,  es el vacío, su huella, alumbrado silencio, río sin tiempo, une sin hilos, en un  raro laberinto transformado en su Nada, formas primitivas antes del Todo ausente, su materia engendrada de la escoria, su tiempo que ha prendido la mínima lección de su destello: en su nombre celebrarán  su olvido. Joaquín Fabrellas
Silva libre Es el recuerdo, brisa viva de la memoria de tu día, quede la muerte fuera, distante ahora: laberinto claro del rastro que tú dejas, el dudoso reflejo de tu imagen en el agua confusa del tiempo que demora en el olvido: el deseo de cielo: lejana luz de un día herido que viene ya a decirte: todo el tiempo de entonces, cuánto daño sin nombre. El cielo aprende así tu rostro, nunca la piedad que repasa en el lamento oído de la noche, un murmullo de pasos en el viaje inútil a la nada, el vacío de un tiempo, principio de tus miembros, creando la verdad siempre de tu cuerpo, la luz mísera que te alcanza débil, soledad de los astros, la deriva urgente de tu final, es  tu cómplice vulgar para la nada de tu desaparición en la amarga sintaxis de tu sueño. Joaquín Fabrellas
Feria de las vanidades Me ilusiona Cannes, ese pueblecillo de la costa azul francesa, una suerte de Marbella estilizada y cinematográfica. Pero sobre todo me da una especie de vergüencilla ajena el desfile cada año de esos personajes acostumbrados a los fastos de Hollywood, la industria deformadora de mentes en todo el mundo, todas sus estrellas haciéndose pasar por gente muy normal en trajes de tres mil dólares la pieza, pero todo desenfadado, sonriendo a ese flash con los labios ensayados frente al espejo del cirujano plástico hace unos días, bolsas de ojos, pómulos, un auténtico desfile de bótox y placentas, hígados de ballena y aletas de tiburón chino. Los escorzos muestran el contenido de las mentes, la estilización de la figura y un cine que pretende ser alternativo pero que solo trata de limpiar a actores que están al borde de la desaparición o para purgar sus últimas propuestas taquilleras de Los Ángeles. Es la fiesta de las apariencias, cine convencional sin que se note
Imagen tomada por el propio autor Juan Cruz López El nombre de los hombres. Juan Cruz López. Baile del sol. Tenerife. 2016. Este es el hermoso título del poeta Juan Cruz para su primer poemario que se divide en tres secciones: Sed, Sombra y Semilla. La voluntad del poeta se desdobla en una voz de correlato que le sirve para anclar las ideas del poemario que desgranan la solidaridad, la esperanza en el hombre, el cansancio de asumir la misión encomendada no al hombre sino al poeta: dar voz a aquellos que no la tienen toda vez que esta sociedad estructura más obstáculos entre la voz y la boca, o si la tiene, se llena de adornos que nada vienen a decir en un discurso perlado de demasiadas palabras bonitas que no tienen significado o que poseen una ambivalencia de sentido, véanse los grandes medios de in-comunicación  que son los auténticos valedores de un poder que no aplica vendas a su miseria más íntima, a su más bella falacia entonada por ninfas que solo llen

La Gabia. Ángel Rodríguez. Todo lo que desaparece

La gabia Ángel Rodríguez Editorial Maolí. Jaén. 2016. Imagen de portada del libro tomada por José Torres. Representa este poemario la mayoría de edad de un poeta como Ángel Rodríguez toda vez que este libro nos adentra en un mundo propio, un mundo acotado y al borde de la extinción, en definitiva, un mundo que no existe y solo la poesía es la encargada de pronunciar su vuelta, su desaparición, si hacemos caso al dicho del eterno retorno de lo idéntico, la pesada carga del instante, todo lo que está condenado a repetirse si el universo es infinito y su hijo directo: el tiempo, también sueña con serlo. En La gabia hay un salto al vacío, una propuesta totalizadora desde el léxico, la poesía debe constatar un lenguaje que ha ido desapareciendo y que solo los muertos pronuncian, porque es este un poemario que abandona lo urbano, que reside no ya en la periferia, sino muy lejos de aquí, en un lugar habitado por el olvido, esa vigilia es este poemario, oyendo las voces de los niños

¿Para qué sirve la sintaxis?

¿Para qué sirve la sintaxis? Joaquín Fabrellas Considero que El curso de lingüística general de Ferdinad de Saussure es una obra que recoge el pensamiento humano en su lado más crudo: el conocimiento se adquiere mediante nuestra capacidad lingüística, dependeremos de nuestro conocimiento sintáctico para manejarnos en la vida, porque la sintaxis es pensamiento, es estructura mental y cuanto más recio y desarrollado esté mejor comprenderemos ese concepto al que los humanos llamamos mundo. El mundo es un concepto, y el tiempo otro. Y eso se puede conjugar con unas reglas que tienen mucho que ver con el conocimiento del lenguaje, cuanto más amplio sea más amplio será mi mundo y su interpretación. Como afirmó Wittgenstein: "los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje". Es cierto que todos los hablantes de un idioma lo aprenden de forma natural, pero eso también se puede mejorar, no es lo mismo saber mover las piezas por el tablero que saber jugar al ajedrez. Esa
Esencia Como la llama expande su perfume: la mano que tocar solía, viento frío, el campo, naturaleza sume tu verde al suyo, mujer, en tu aliento ceniza fue el ayer, así rezume la fuerza por el cuerpo hermoso y lento de tu carne sin tiempo, mas el día coja los frutos de tu edad tardía. Joaquín Fabrellas

Transición

Transición Joaquín Fabrellas Soy de una generación, (la de 1975), que nos creímos a pies juntillas aquello que los tecnócratas dieron en llamar "transición democrática", como si no hubiese sido un mero traspaso de papeles, y cuyas consecuencias estamos ahora sufriendo en forma de corrupción estructural. La ceguera de nuestros representantes políticos, su falta de resolución, el egoísmo propio que acompaña a quienes ejercen el poder en algunas de sus formas y tiene todavía demasiadas deudas que pagar a quienes los han puesto allí, hacen de España un animal herido y sin rumbo que va dando bandazos en una Europa cada vez más decidida a convertirse en aquello que critica sin asomo de vergüenza o escrúpulo. Soy de una generación que cree en los políticos porque sus padres pasaron demasiado tiempo sin poder creer en ellos. Una generación la mía que venía de un largo fascismo de silencio y opresión y que le puso rostro a una forma de entender el cambio político hasta que llegam
Acaso no Si la verdad se esconde allí donde  se nombra ya el vacío, si lo falaz responde y tu cuerpo es el río donde mana lo bello que confío a tu rostro dormido, a tu boca henchida de pureza, al silencio partido por el tiempo que reza; la piel y el noble hueso despereza la carne enamorada, silencio oculto, cuerpo si bendito, huye tú de tu nada, cumple lo marchito del tiempo que en tu gesto necesito. Joaquín Fabrellas

Soneto Juan Manuel Molina Damiani y Joaquín Fabrellas

P A T IO DE LA MALENA                                                                    En memoria de José Román C ON luz el claustro donde el aire pasa en nombre del olvido, son de piedra las canciones que el agua entre la hiedra ayer compuso, que hoy la muerte abrasa. La forma que la luz esconde en sombra, inicio de la nada en la memoria, inaugura su tiempo: así, la gloria de este instante, el vacío que la nombra. La muerte es vegetal: en la mirada gélida de la alberca que una rama del árbol tienta a ciegas da la nada con su origen y el aire con su llama. Sombras errantes deja de pasada por el patio un silencio que se inflama. Juan Manuel Molina Damiani Joaquín Fabrellas