DELTORO,
ANTONIO. (2012).
LOS
ÁRBOLES QUE POBLARÁN EL ÁRTICO
MADRID:
VISOR
Antonio Deltoro, Ciudad de México, 1947.
Los
árboles que poblarán el Ártico está compuesto por una
serie de poemas en una sola y larga tirada de composiciones, sin partes
divisorias, lo que le da una sensación de frescura, de ser poesía directamente
recogida de la vivencia, de la experiencia. El poema es el dibujo en sí, sin
bocetos. Dibujo y boceto se mezclan en el resultado final, fruto de la palabra
y el pensamiento.
Una de las líneas
formales que vertebra este poemario es la condensación del lenguaje. Deltoro
escribe despojando al lenguaje de todo uso superfluo, de toda adjetivación
innecesaria, se depura tanto que pensamiento y creación poéticas se solapan,
son la misma cosa, rompiendo el límite entre la palabra y la cosa que designa.
Poesía que crece de forma autónoma desde la independencia del discurso poético,
desde una sintaxis esencializada, que busca la pureza y la univocidad, el
resultado pues, es una poesía sucinta, desveladora, el poeta se erige en el
dueño del canto único, el canto que designa la existencia de las cosas. Y, ¿de
qué nos habla Deltoro? Principalmente, de la incidencia del tiempo en la
experiencia humana, los límites del tiempo en esa oscura maraña enajenadora que
es la vida y, en la cual, es muy difícil enunciar la felicidad, por ello, es
una poesía celebratoria, que reflexiona profundamente sobre la irrupción de lo
asombroso en lo cotidiano. Su poesía habla del pasmo, de ese pacto que nos
devuelve la capacidad de conservar la esperanza, de señalar un camino no
marcado en esta vida de azares marcados.
El yo poético es el
catalizador de la experiencia personal que se convierte en poesía, la primera
da vida al hecho poético. La poesía es una forma de mejorarnos, de hacer la
realidad más bella o más crítica. El
poema se va creando de forma autónoma desde dentro. Deltoro no describe la
realidad, la crea desde el poema, desde la palabra como materia primigenia.
El poemario va creciendo en torno a pequeños núcleos
temáticos que se van agrupando en series de poemas y que al final dan una
imagen cohesionada del libro, por ejemplo, abre el libro una serie de
magníficos poemas en los que Deltoro nos ofrece un motivo natural para
explicarnos la precariedad del hombre en el mundo, “Zopilote” recuerda al
”buitre voraz de ceño torvo” unamuniano, en definitiva, la frágil condición del
ser humano y la importancia del arte para superar esa limitación física.
Otro de los temas es la aprehensión de la realidad
mediante la epistemología cotidiana, los pequeños actos de fe que componen la
verdad del mundo y cómo se va diluyendo esta en la maraña del tiempo y del
recuerdo:
<<Una vez viste la verdad, / ya no te
acuerdas>>
En “Sobrevivencia”, pág. 33.
La posibilidad humana de la duda de la existencia de
Dios y su relato de la creación del hombre, así como el poeta crea a su vez, en
un bucle, en una especie de reflejo divino:
<<Aburrido de Sí / hizo al hombre. // Lo hizo
imaginativo / codicioso, / con contornos y fechas;>>
En “Teología”, pág 30.
El poema es una forma de conocimiento de uno mismo:
<<Mi yo, / lleno de túneles frágiles / como
una mina de arena.>>
En “Mi yo”, pág 86.
El destino poco claro
del hombre para el que además no valen paliativos ni teologías, lo explica
desde “Cero”, o desde “Tumbas”; la tradición histórica y religiosa de la
humanidad que explicaban estas dudas ya no valen en el umbral de la poesía
moderna, que aborda con franqueza y desolación un destino compartido por todos,
una tristeza que desde el mudo actual, trata de superarse, mediante el consumo
desmedido y la fabricación de una felicidad artificial que pocas soluciones
ofrece.
<< Están huecas:[...] / Todas son la misma /
única, indiferente: / todos vamos a la fosa común:>>
En “Tumbas”, pág. 29.
Y este sufrimiento vital, este desasosiego se ve
contrarrestado por diferentes actividades que
ayudan al hombre a sobrellevar su
frágil condición humana:
<<Alumbrados por el fogonazo / salvaje del
cactus: / un espejismo de espinas y flores.>>
En “Nostalgia de mezcal”, pág 24.
O el tema de la creación como salvación a ese
destino inevitable que es una forma de estar en el mundo:
<<[...] hacer un poema / es una hazaña / y un
lector, un milagro>>
En “Poetas”, pág 78.
Sin duda, leer a Deltoro es leer el canto de la celebración de lo cotidiano. El discurso
poético de Deltoro se esencializa, se minimiza como si la palabras no quisieran
estorbar al discurso o al pensamiento: la idea no debe verse perjudicada por la
enjundia gramatical. La experiencia se hace poesía valiéndose de la palabra y
de sus límites conceptuales, por ello, la poesía de Deltoro se nos presenta tan
pura. La poesía es una actividad que permite hacernos permanecer en un instante
único, la abolición, por tanto, del tiempo, la inmortalidad de la palabra y el
discurso poético. Y son esos momentos, esos poemas los que erigen la sorpresa,
el asombro de estar vivos. Poesía de la celebración, de la enunciación de todo
lo que vive, de todo lo descubierto a cada instante en el transcurso vital. Su
poesía es descubrimiento, feliz hallazgo.
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