José-Miguel Ullán. Amor peninsular. Fragmento I. me sucede que el tronco no obedece a la furia mortal del hacha hermana que la sangre no fluye por los brazos ni retoñan palabras ni senderos se dibujan en libre perspectiva sobre el hierro candente de la castra igualmente fenecen los racimos los viñedos se pueblan de ataúdes y harapienta la cáscara del mosto nos derrumba la fe sin un escombro sin el vínculo azul de la vendimia sin el luto feliz de las campanas (oh bodegas oscuramente humildes con la sangre palpándose el fermento) me sucede de pronto amada mía que las uñas se adhieren al sonido al responso servil del que se nutren plañideras y cirios y estandartes insertados de bruces en la danza donde el jefe golpea a lo divino.
La realidad era solo el espejo