LUIS
CERNUDA. Poeta y crítico.
Luis
Cernuda es un ejemplo de poeta magnífico, paradigma de una
generación, la del 27, que lideró el cambio de la literatura
española para siempre, y ejemplo a seguir por parte de las
generaciones más modernas de poetas y escritores actuales. Pongamos
por caso al cantautor Joaquín Sabina, que utiliza un verso suyo, a
su vez tomado del genial poeta posromántico, Gustavo Adolfo Bécquer:
Donde
habite el olvido.
Este es la característica de Cernuda, así como la de muchos otros
poetas de la misma generación: unir la tradición con la modernidad,
la vanguardia con el folclore, el surrealismo, con el sobrio estilo
de raigambre castellana.
Sin
embargo, uno de los aspectos menos conocidos de Cernuda sería su
producción crítica. No sólo fue un crítico fino con una prosa
bella y cuidada, sino que además fue uno de los primeros
introductores en España de ciertos conceptos que nunca antes habían
sido tratados por la exigua crítica española, en especial en lo
concerniente a los estudios relacionados con la lírica inglesa y los
estudios ingleses en general. Algo que hoy día se ha solventado con
la aparición de estudiosos de la talla de Vicente Gaos, José María
Valverde o Esteban Pujals.
Poeta
de una especial sensibilidad, de una personalidad sensible y con un
carácter un tanto huraño, si se nos permite la familiaridad con
este gran poeta, dedicó su vida a su Obra, como le gustaba decir a
Juan Ramón Jiménez; de sobra es conocida La
realidad y el deseo,
nombre que es mucho más que el simple título que recoge toda su
producción lírica, si exceptuamos Ocnos
y Variaciones
sobre tema mexicano,
este último en la onda del primero, es decir, poesía en prosa, o
prosa poética, o simplemente, texto lírico de gran calado que
recuerda su infancia sevillana, los olores, las gentes, el paisaje,
la ciudad, los detalles que crean una infancia. La
realidad y el deseo
como un lema que va a determinar su vida entera, la realidad como
constructo ideológico real, lo vivido, lo que nos rodea, la rutina,
en definitiva, lo que somos; y el deseo como esa parte subjetiva a lo
que aspiramos, sobre todo en una época en la que las libertades
sociales estaban mucho más constreñidas que hoy, casi cincuenta
años después de la muerte de Cernuda. El deseo es uno de los temas
principales en su obra, lo irreal, lo no vivido, de ahí esa
característica suya que es la capacidad visionaria presente en
muchas de sus composiciones; la desolación provocada por un panorama
nada atractivo para el poeta, la presencia de la crispación que
llevaría a la guerra civil en España; el posterior exilio que lo
llevaría a diferentes países, y en definitiva, la soledad como
compañera del camino, de ahí se escinde la amargura en su obra,
algo producido como consecuencia de una alma atormentada en disputa
con la mediocridad circundante y por la incomprensión de su persona
y de su obra en España.
Es
un ejemplo, tanto en poesía, como en su faceta crítica, de la
meditación; la poesía de la meditación como llama el genial poeta
José Ángel Valente, que situa al poeta sevillano en la línea de
los poetas ingleses, poetas que Cernuda estudió detenidamente
durante su exilio en Gran Bretaña.
Una
línea, que según Valente, empieza con Unamuno, que se propuso la
posibilidad de alojar en España un pensamiento poético, en Las
palabras de la tribu, p.
112. Una obra que se puede ver en ciertos poetas ingleses como
Wordsworth, Coleridge o Browning. El ideal que expone Wordsworth en
su Prefacio
a
sus Baladas
líricas:
“
The
principal object, which I proposed to myself in these poems was to
choose incidents and situations from common life, and to relate or
describe them... in a selection of language really used by men”1.
Esto
es algo de lo que Cernuda estaba muy avisado y lleva a cabo en muchos
poemas, sobre todo, los poemas en prosa, algo que también trabajó
Baudelaire. La poesía no solo tiene que ver con los metros, como
dice el propio Wordsworth en su Prefacio:
“...the
language of prose may yet be well adapted to poetry; and I have
previously asserted that a large portion of the language of every
good poem can in no respect differ from that of good prose...and
there neither is any essential difference between the language of
prose and metrical composition.”2
Estos
postulados los llevaría a sus libros Ocnos
y
Variaciones
sobre tema mexicano.
“Acodado
luego en el muro, miras el paisaje, te dejas invadir por él, de tus
ojos a tu imaginación y su memoria, adonde algo anterior, no sabes
qué, imagen venida cómo o por dónde, parecía haberte preparado
para esta simpatía profunda, este conocimiento entrañable que a su
vista en ti despierta”
De
Variaciones.
“El mirador”.
Donde
ya se prefiguran algunos conceptos de los que hablaban los poetas
ingleses, las situaciones de la vida diaria, como es el hecho de
asomarse a un mirador; el lenguaje de todos los días, lenguaje
sencillo que sea entendido por todos y la poesía como conocimiento,
que crece desde la diaria convivencia, desde el motivo cotidiano y
que sirve de crítica a la realidad que nos rodea. Poesía de la
meditación que nace de la observación, de la contemplación de un
paisaje o de cualquier otro motivo.
La poesía como espacio que sirva, no solo para crear belleza, o una
emoción, sino para habitar el espacio de la meditación; el motivo
inicial nos sirve para abrir una cuestión sobre el paso del tiempo,
no es por tanto un incidente baladí, nos ayuda a meditar sobre el
tiempo. También la identificación del paisaje con el sentimiento
del poeta, la profunda simpatía, o compasión, en el sentido
etimológico del término, por el paisaje.
En
otro orden de cosas, el libro de ensayos Pensamiento
poético en la lírica inglesa(Siglo XIX), expone
a los autores que más le influyeron en sus lecturas inglesas, donde
se pueden ver a los autores principales, de ese siglo tan importante
en literatura, tanto en Gran Bretaña, como en el resto de países,
ya que es en este siglo convulso cuando muchos países alcanzan la
independencia en Europa, o la formación de la identidad nacional,
entre otros Grecia, Italia; España se zafa de la influencia francesa
en su breve ocupación. Un siglo que sirve de vértice entre dos
épocas y dos sensibilidades, dos formas de entender la vida, entre
el siglo XVIII y el siglo XIX, cuando acaba la influencia
racionalista, y empieza la actitud romántica, la exaltación del Yo;
se destacan las capacidades internas, el poder del Hombre por decidir
su destino; aparte de un crecimiento económico que permite la
creación de nuevos imperios que van a convertir en superpotencias a
países como Gran Bretaña, que acompaña con un movimiento similar
en las letras inglesas, y que son las figuras que Cernuda estudia en
este ensayo.
Esta
obra es una de la que más me llama la atención, precisamente por su
modernidad, cuando no había habido un estudio similar por parte de
ningún crítico español, hasta Cernuda; y precisamente, lo dice en
su prólogo, trata sobre las ideas, sobre el pensamiento que alienta
las obras de los poetas ingleses del XIX, un movimiento, el
romántico, que tiene a Alemania y a Inglaterra como países motores
de la nueva sensibilidad; países que se dejan llevar por la
contemplación directa de las obras griegas, un movimiento que surge
desde el hartazgo neoclásico, que en sus últimos coletazos, ya se
prefiguraba desde el movimiento prerromántico, y que fue un
sentimiento genuino que después se exportaría a España o Francia,
pero de una forma un tanto encorsetada, no fue un romanticismo
primigenio, aunque no faltaron autores de calidad, sin duda, no del
calado de un Lord Byron, que fue una figura internacional, o de la
importancia de Wordsworth, que es el mentor de una nueva
sensibilidad, de un nueva forma de hacer poesía. A España, el
movimiento romántico llegó tarde, a partir de 1820, y figuras como
Bécquer, pertenecen más al próximo siglo XX, por su modernidad,
que al Romanticismo propiamente dicho; y Larra, fue un innovador
casi en todos sus escritos, ya fuesen novela, teatro, o, como el gran
maestro del Periodismo, por lo que ha pasado a la tradición
literaria española.
Los
autores que trata en Pensamiento
van desde el visionario William Blake, pasando por el escritor que
fijó el movimiento romántico, William Wordsworth, o sus compañeros
del llamado grupo de los poetas del lago, como son Colerige, Shelley,
y el londinense, muerto prematuramente, apenas con 26 años, John
Keats. En la segunda parte del libro trata la era victoriana, una
época de expansión y decadencia en el Imperio británico, con los
poetas: A. Tennyson, Robert Browning, Mathew Arnold, Swinburne y
Gerald Manley Hopkins. El libro sirve para poner en conocimiento por
parte de Cernuda a todos los lectores de habla hispana de una
literatura tan interesante como la inglesa. Siguiendo con la
tradición de algunos de los poetas del 27 que escribieron crítica
literaria como Salinas, Guillén, Alonso, Gerardo Diego y el propio
Cernuda. Esta actitud de poetas y críticos al mismo tiempo, suplía
una carencia enorme de críticos avisados ante obras literarias de
envergadura; en España se contaba con la figura de Menéndez Pelayo,
al que Cernuda acusa de cortedad de visión crítica y de falta de
sensibilidad estética ante una literatura tan sugerente como la
inglesa.
Al
igual que en su obra crítica trata de buscar nuevos horizontes
estéticos, Cernuda también trata de encontrar un nuevo horizonte
poético; trata de superar la ñoña poesía española, o el simple
simbolismo heredado de Francia, que se ve en muchos autores de la
época que hoy en día no han trascendido. Por eso busca una poesía
que surja de la emoción, pero amoldada por la contención, ese es el
carácter más definitorio de su poesía, la distancia estética que
hay entre lo que siente y entre lo piensa, y como lo uno se funde con
lo otro mediante un lenguaje muy seleccionado por el uso, y tamizado
por la belleza. Esta mezcla de elementos hacen de Luis Cernuda uno de
los poetas más originales de su generación, y uno de los autores
con una obra más compacta, es decir, no hay grandes diferencias
entre la calidad de sus obras, manteniendo un buen nivel estético en
todas ellas, y pese a que se pueda ver una evolución estética, que
lo lleva desde el clasicismo de sus primeras obras, pasando por la
corriente surrealista y por su voz personalísma y única del final,
poesía emparentada con autores de la talla de T.S Eliot, presente en
sus títulos y en su obra crítica; Cernuda fue uno de los primeros
conocedores del autor anglo-americano y uno de sus primeros valedores
en la Península, el fragmentarismo, la creación de voces poéticas
insertas en el discurso, son aspectos que se pueden ver en la obra de
ambos autores.
Trata
entonces Cernuda de introducir en la poesía española una línea que
se alejase de la redundancia y el énfasis; como él propio poeta
afirma: “ Aprendí mucho de la poesía inglesa, sin cuya lectura y
estudio, sería hoy mi poesía otra cosa”. Una poesía de la
meditación que estuvo patente en España siglos antes, presente en
nuestra tradición, en autores como Jorge Manrique, en Aldana o en la
magnífica “Epístola moral a Fabio”; tres autores y tres
composiciones que Cernuda trata en su libro Poesía
y literatura. Junto
a estos tres autores, la tradición meditativa también estuvo
presente en San Juan de la Cruz o en Fray Luis de León. Esta poesía
de la meditación fue nombrada en España por Unamuno en el siglo XX,
uno de los autores que más influyeron en Cernuda.
La
poesía llamada de la meditación hunde sus raíces en los poetas
metafísicos ingleses, que a su vez parecen influídos por la poesía
mística española y la poesía gongorina. Estos poetas, menos
conocidos de los citados anteriormente, son: Donne, Herbert,
Crawshaw, Marvel, Vaugahn y Traherne. La poesía del
pensamiento-pasión. Y toda esta poética se va a ver en autores
mucho más actuales que influyeron, como he dicho anteriormente en
Eliot y de ahí, a Cernuda.
Parece
haber conexiones, aunque difíciles de demostrar entre Donne y
Crawshaw y los poetas españoles Quevedo y Góngora, es decir, que
los primeros hubiesen leído a los españoles. Crawshaw estaba
relacionado con el grupo de Little Gidding, y en ese círculo se
hablaba de santa Teresa, así como de otros autores de la mística
española; el mentor de este grupo, Nicholas Ferrar había traducido
también a Juan de Valdés. Todo este grupo está relacionado, con el
paso del tiempo a autores como Eliot, cuyo libro Cuatro
cuartetos,tiene
una parte llamada Little Gidding. Louis Martz expone que la poesía
metafísica del XVII tiene que ver con la influencia de la meditación
de otros países europeos, entre ellos, España. Una influencia, que
no solo tenía que ver con la religión, o con los escritos
religiosos, sino que además, influía en poesía, así como en la
narrativa, influencia claramente demostrada por el libro de
Cervantes, que fue pronto traducido al inglés.
Es
decir, el trabajo de Cernuda fue más profundo de lo que pueda
parecer en un principio, une, la tradición poética inglesa, y la
tradición poética española; infunde a la lírica nacional un nuevo
impulso que no conocía, o que había olvidado, como decía Unamuno:
Piensa el sentimiento, siente el pensamiento. Se unen ambas líricas
en excepcionales autores como Emily Dickinson, también una rara
avis de
la poesía americana contemporánea, o Yeats.
La
poesía de la meditación, como diría Wordsworth en su prefacio para
la nueva poesía romántica inglesa, tiene que ver con la
imaginación, es una emoción recogida en la tranquilidad, ya que la
poesía para él es: “the spontaneous overflow of powerful
feelings”. El flujo espontáneo de poderosos sentimientos. Y esto
puede verse en la obra de Cernuda, su poesía nace de la
contemplación, de la observación de las cosas, del mundo como
objeto real, y lo trasciende, va más allá; poeta de una mística
mundanal, único. Sus poemas invitan a la reflexión, al abandono o a
abandonarse del mundanal ruido.
Todo
esta corriente apuntada y redescubierta por Cernuda, tanto en su obra
crítica como en la poética, tendría mucho que ver con los poetas
de los cincuenta y ciertos poetas de los sesenta. Claudio Rodríguez,
Gil de Biedma, Diego Jesús Jiménez, y un largo etcétera que
tuvieron como libro señero la obra de Langbaum, La
poesía de la experiencia, en
especial Gil de Biedma, donde se trata de ahondar en la experiencia
poética como una experiencia vivida, se propone un hecho
autobiográfico, o falsa autobiografia, el sujeto poético nos cuenta
algo que ha visto de una forma cercana, directa; ese argumento, a
pesar de su simpleza inicial, nos va deshojando todo un abanico de
sensaciones y de posibilidades, que aparentemente no estaban en el
principio de gestación del poema en sí. Y desemboca, como no, en la
escuela andaluza, granadina, de la Otra Sentimentalidad, o el
movimiento poético de la Experiencia en la década de los 80, es
decir, toda esta corriente literaria ha sido una línea muy
provechosa en todo el siglo XX español.
Si
Eliot, junto a Joyce fueron los artífices de la modernidad en poesía
y narrativa respectivamente, fue Cernuda uno de los principales
valedores en lengua hispana de este método y esta forma nueva de
hacer las cosas; el método mítico apuntado por Eliot cuando leyó a
Joyce, es decir, utilizar un mito para contarla realidad sin el
constructo realista lógico y dar cabida al monólogo dramático del
que habla Langbaum en su ensayo seminal sobre la poesía en el siglo
XX.
Según
se afirma en el ensayo La
ciudad vacía,
donde se nos habla de tres poetas de tan diverso calado como son:
Alberti, Cernuda y T.S. Eliot, son en el fondo, pertenecientes a una
tradición que procede de antiguo, y que como hemos visto acaba en
Europa, vertiéndose e tradiciones literaria muy variadas, ya desde
la Edad Media, el Renacimiento, y que tiene como valedores a la
poesía inglesa con autores como Wordsworth, a la poesía francesa,
con poetas como Baudelaire, Rimbaud, y que, más modernamente,
surgieron otras obras, como las de Saint- John Pearse, Jules Laforge,
u obras como las de Proust o la de Joyce que hablan de ese vacío
existencial, de ese malestar generalizado que provoca la guerra, y
que convierten al hombre más en una triste estadística, que en un
ser humano que siente.
Por
lo tanto, la influencia del escritor anglo-americano en Cernuda está
más que demostrada y contrastada como hemos visto en este ensayo que
pretende rescatar la labor crítica desde unos parámetros muy
novedosos, ya que casi nadie habló de esos autores en España en esa
época; y por supuesto sin olvidarnos de su faceta poética, una
poesía de la renovación, que surge de la reflexión, de la
meditación, y que sigue siendo hoy día, un referente para muchos
poetas jóvenes.
Biblografia:
- Norton Anthology of English Literature.
- Obras completas de Luis Cernuda.
- Las palabras de la tribu. J.Á. Valente
- La piedra y el centro. J.Á. Valente
- La tierra baldía. T.S. Eliot
- Cuatro cuartetos. T.S. Eliot
- Breve historia de la literatura española. J-C Mainer y otros
- Ínsula. Num. 452.
Joaquín
Fabrellas Jiménez
1La
principal misión que me propuse en estos poemas fue la de elegir
incidentes y situaciones de la vida común, y relatarlos o
describirlos, con un lenguaje que el hombre común use a diario.
2El
lenguaje de la prosa puede ser adaptado a la poesía; y he dicho
anteriormente que una gran parte del lenguaje de un buen poema no
difiere en modo alguno de aquel de la buena prosa...no hay ninguna
diferencia esencial entre el lenguaje de la prosa y la composición
en metros.
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