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La pintura de José Fernández Ríos. Joaquín Fabrellas

Tres son los pilares sobre los que se construye la obra del pintor José Fernández Ríos: un elemento neobarroco, un componente hiperrealista y el paisaje como símbolo de resistencia.

La obra de Fernández Ríos es extensa, comenzó hace más de treinta años y siempre ha tenido como telón de fondo, al igual que otras manifestaciones artísticas, la ironía, el distanciamiento, provocado por la desastrosa realidad enajenadora de la sociedad actual. Ante tanta insensibilidad aparece la risa forzada que pretende cuestionar todos los valores de esta sociedad construida en unos principios demasiado efímeros, pero que todos parecen aceptar tácitamente sin oponer una resistenciaclara. Como una masa bien adoctrinada a la que le ha sido marcado el camino que hay que seguir. Phantasmata era la expresión utilizada por Platón para definir a todos aquellos que, liberados de las cadenas, salían a la luz, a la verdad y eran cegados por la luz auténtica. Actualmente, la población civil anda por los mismos derroteros. En este momento de fractura social, de ceguera colectiva en estas sociedades posmodernas instaladas en el consumo desmedido, infatuadas por las luces que enmascaran el auténtico conocimiento, es donde surge la obra de cualquier artista, así la obra de Ríos.

Su obra, partiendo, como él mismo afirma, desde el humor, supera ese humilde cometido, para instalarse en la crítica necesaria en las sociedades del bienestar y refleja de manera clara todos los excesos cometidos por la inconsciencia y la barbarie premeditada, dispuesta por la jerarquía del poder más rancio.
La obra de Ríos desvela, hace visible lo invisible, da forma y palabra a lo que no estaba nombrado. Convierte en sintaxis lo que estaba presente, pero no desvelado.

 Comenzaba diciendo que uno de los pilares de Ríos es su elemento neobarroco, una corriente bien asentada en el siglo XX con distintas manifestaciones artíticas, en especial las literarias y poéticas a mediados y finales del siglo XX, que recuperaban esa forma de decir frente a un periodo de crisis apabullante. El Barroco surge como respuesta y cansancio a lo que había anteriormente, sustituye el equilibrio, la armonía reinante en periodos anteriores por el desequilibrio y el desasosiego que es propio de esta nueva sociedad; por eso muchas de las obras de Ríos parten desde la línea violentada, la acción destructiva que minimiza y hace añicos lo que antes había construido el hombre. Me refiero a sus conocidos cuadros cuyo tema central es la destrucción de edificios obsoletos. Símbolos sensibles que han estructurado una ciudad, edificios muy representativos que, una vez destruidos, dan paso a otros usos. Es una especie de  "Alzado de la ruina", utilizando el título de un poemario del poeta salmantino Aníbal Núñez, es decir, la deconstrucción a veces innecesaria, pero políticamente rentable de muchos de los edificios de esta ciudad. Parece decirnos José Fernández Ríos que tanta ruina contemporánea se ha producido por un exceso en la producción constructiva y por la falta de planteamiento desde el poder político.

El hiperrealismo, otro de los pilares en los que se asienta la obra de Ríos, está presente en muchas de sus obras, aquellas que hablan del paisaje. El tema urbano es el protagonista en la sección anterior y el paisaje reina ampliamente en este segundo apartado de su obra. Sin embargo, ambos temas están ligados. Ante el exceso constructivo que ha apoyado el frágil equilibrio económico basado en la excesiva construcción y que ha dado lugar a la crisis en la cual residimos hoy en día, el artista parece decirnos que ese es el verdadero camino, no olvidar de donde venimos, el hombre parte de ahí, ese es su origen sensible. Me refiero al éxodo masivo que hubo en el desarrollismo de los sesenta y los setenta. El hombre pertenecía a ese paisaje y había aprendido a ser autónomo. Seguía unos ciclos bien marcados por la naturaleza: comía lo que plantaba en la época del año que le pertenecía, la matanza anual del cerdo que pertrechaba las despensas de todo un pueblo. La solidaridad era algo imprescindible para vivir en comunidad, valor que, hoy en día, se ha difuminado bastante en aras de una libertad individual mal entendida.

El paisaje como un valor primitivo, nos da todo aquello que podemos necesitar. Hay una forma de reflejarlo: la técnica hiperrealista, detallada y minuciosa, que va más allá de lo que el ojo puede ver a simple vista. Si el realismo es una invención, el hiperrealismo es una superación de esa invención pactada por los cánones artísticos, supone una crítica feroz y necesaria en esta sociedad adocenada e infantil. De sobra son conocidas sus obras que reflejan paisajes, en ellos vive la luz, el agua, la tierra y el fuego: lo simple, pero dicho de una forma exagerada, el lujo por el detalle. Así se construye un texto narrativo, que en una primera visión nos da una imagen correcta de lo percibido por el ojo, pero que, en una segunda lectura desvela toda una serie de subordinaciones temáticas y formales, convirtiendo el cuadro, analizado en detalle, en una subestructura de origen abstracto que supera lo real y nuestra propia experiencia sensible.

Por todo ello, la obra de Ríos es necesaria ante tanta mediocridad y tanto feísmo imperantes en nuestras modernas ciudades. Su obra es su gran crítica ante lo que ve y ante lo que está sucediendo. Es el negativo sensual y sensitivo de lo moderno, nos habla de otra forma de hacer las cosas. Construir en la ruina para evitar lo excesos de una sociedad enferma.

Joaquín Fabrellas.

Comentarios

  1. Joaquín, ¿no tienes por ahí alguna imagen que nos ilustre? Anda que no quedaría bonito el post con alguna imagen de alguna obra suya y su referencias...
    Interesante lo que cuentas, la verdad.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Puse una entrada con foto, La demolición del edificio de la Politécnica, pero ahora está muy atrás. La volveré a poner.

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